Había un patio, muy grande. Había muchos niños, pero ningún perro. Había una pelota desinflada para los juegos de fútbol, una cuerda grande para saltar, tizas para jugar de rayuela. Cuando nos cansábamos, panes y bizcochos nos esperaban en la casa de mi abuela. Furiosa, mandaba todos al baño, de pronto desaparecían algunos chicos.
Esta fue mi niñez los fines de semana, cuando viajábamos para Itabira. Pero, los otros días de la semana eran menos divertidos. Vivía en el barrio Cidade Nova, donde vivo hasta hoy, y los juegos en las calles no eran tan frecuentes. La diversión se resumía en videojuegos, clubes y juegos con muñecas en las casas de 3 amigas; Letícia, Juliana e Isabela.
En el colegio Escola Municipal Maria Modesta Cravo, era una estudiante dedicada y concentrada. Adoraba mis lápices de colores. Hasta hoy, soy fascinada. Apenas no me gustaban las clases de educación física: no me gustaban los desportes. Mi diversión: subir en los árbores, y ver todos desde encima, sin preocupaciones, sin problemas. Sonreía, solamente.
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