Eran cinco. Llamavan "Los abejorros", y eran los creadores de un nuevo estilo, abriendo espacio para una nueva era de la música mundial. Con los ruidos de las guitarras, los gritos extraordinarios y los "riffs" frenéticos, dejaron locos millones de fanes por el mundo. Sin embargo, junto con la fama, vino el dinero: coches importados, mansiones, viajes, drogas, mujeres, juegos. Pero, cuando nadie esperada, un accidente les toma la vida. El avión del grupo estalla en el aire. Directamente, sus almas vaguearon por un túnel muy grande. Finalmente, un letrero: PURGATORIO. Era allí que los superiores irían a decidir cuál el destino de los pobres músicos. Todos, con el miedo de un posible encuentro con los fuegos de las tinieblas, empezaron a portarse bien. Para una posible ida para los cielos, tenían que cambiarse las costumbres: primero, las guitarras y baterias fueron cambiadas por las liras y arpas, al sonido de la música clásica. Las ropas negras y osadas, por las batas blancas. Sin drogas, palabrotas y dinero. Mujeres, ni hablar. Todos estaban revoltosos, hasta que uno de los hombres gritó: "Esto es el verdadero infierno!" Fue lo suficiente para que "El Poderoso" decidiera sus destinos: "Usted quiere infierno? Entonces lo tendrá!" Un gran agujero negro se abrió entre las nubes, y en segundos sintieron el clima calentando. Pero, allí debajo, en vez de temer, se encantaron. Ídolos del "rock", mucha cerveza, mujeres y drogas. Estaban en el lugar ideal. El infierno era el Paraíso.